La liberación
secuencial de los mediadores liberados por la célula
cebada determinan las fases inmediata (a) y tardía
(b) de la reacción anafiláctica. La fase inmediata
es responsabilidad de la histamina y otros mediadores preformados
tales como heparina, proteasas, factor quimiotáctico
para eosinófilos ( ECF ) y factor activador de plaquetas
( PAF ). Sus principales efectos son la vasodilatación,
aumento de la permeabilidad y contracción del músculo
liso. La histamina es el mediador de mayor importancia en
esta fase. Existen tres receptores para histamina en la
membrana de las células blanco : H1, H2 y H3. La
histamina al actuar directamente sobre receptores H1 produce
los siguentes efectos: contracción muscular, aumento
de la permeabilidad vascular, prurito, estimulación
de receptores sensoriales, generación de prostaglandinas
y aumento del cGMP. También inicia reacciones parasimpáticas
reflejas mediadas por el vago y la descarga de neuropéptidos.
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La estimulación de receptores H2 produce secreción
de ácido en la mucosa gástrica, aumento de
cAMP, inhibición de la liberación de histamina
en basófilos, inhibición de la liberación
de linfoquinas y de enzimas lisosómicas y reducción
de la citotoxicidad mediada por células T.
La estimulación de receptores H3 determina inhibición
de la síntesis de histamina y reducción en
la liberación de neuropéptidos. Finalmente,
la estimulación simultánea de receptores H1
y H2 conduce a vasodilatación, hipotensión,
rubor y cefalea. Las caracteristicas del cuadro clínico
observado en el paciente dependen del balance de la estimulación
de estos tres tipos de receptores.
Posteriomente, 4 a 48 horas después del contacto
con el alergeno se inicia la fase tardía en la que
existe una gran afluencia de células inflamatorias,
especialmente PMN eosinófilos, neutrófilos
y basófilos y depósitos de fibrina. La fase
tardía surge después de la síntesis
y liberación de mediadores derivados del ácido
araquidónico especialmente prostaglandinas (PGs)
y leucotrienos LT C4, D4 y E4 (antes denominados Sustancia
de Reacción Lenta de la Anafilaxia). Las prostaglandinas
tienen acciones antagónicas dependiendo de su estructura.
Así por ejemplo, las prostaglandinas PGF2Ó,
PGD2 y PGG2 y el tromboxano A2 producen obstrucción
bronquial en cambio las PGE2 y PGI2 son broncodilatadoras.
Los leucotrienos son importante por su responsabilidad en
la mantención del broncoespasmo.
En la fase tardía intervienen también citoquinas
sintetizadas por linfocitos y macrófagos (c) que
determinan la secuencia en la afluencia de las células
inflamatorias a la zona. Las más importantes son
el Factor de Necrosis Tumoral-alfa (TNF-Ó), las interleuquinas
IL-1, IL-4, IL-5 e IL-6 y varios factores estimuladores
de colonias ( CSF ). El TNF-alfa es liberado muy precozmente
y en conjunto con las interleuquinas tiene además
un papel importante en la regulación de la síntesis
de IgE. Los CSF actúan a nivel de médula ósea
estimulando la hematopoyesis, que aporta células
inflamatorias al proceso.
En pacientes continuamente expuestos al alergeno suele producirse
además una fase crónica de prolongada duración
(1-2 días) que se caracteriza por infiltración
de macrófagos, fibroblastos y basófilos y
por destrucción tisular. La fase crónica se
caracteriza por la infiltración del tejido afectado
por diversas células sanguíneas (basófilos,
eosinófilos, linfocitos T y monocitos) que son atraídas
al lugar por células cebadas activadas.
Entre los factores que influyen en las características
del cuadro clínico provocado por este mecanismo de
daño se cuentan, la vía de ingreso del antígeno,
el sistema nervioso autónomo, la cantidad de células
cebadas del tejido afectado y su fenotipo y la sensibilidad
de los tejidos a la acción de mediadores.
Los órganos y sistemas más afectados son la
piel, vías respiratorias y tracto digestivo.
En la piel ,la reacción temprana se caracteriza por
eritema, edema y urticaria y la reacción tardía
se expresa como induración con un infiltrado de células
inflamatorias. En las vías aereas se observa una
abundante secresión serosa a nivel nasal en la rinitis
alérgica y un aumento de la secresión de mucus,
inflamación y broncoespasmos en el asma bronquial
alérgico. En el sistema digestivo la reacción
anafiláctica se manifiesta como aumento del peristaltismo,
edema, diarrea, vómitos y fiebre. Las manifestaciones
sistémicas de este cuadro, observadas en el shock
anafiláctico son vasodilatación y exudación
en la microcirculación de todo el organismo. Se produce
en consecuencia un shock hipovolémico, y si no se
trata oportunamente, puede conducir a la muerte.
Las características de las fases descritas se reflejan
en el cuadro clínico que presenta el paciente. Así,
el mecanismo de daño tipo I comprende una etapa asintomática
y una etapa sintomática. Esta última puede
presentar tres fases diferentes en cuanto al tiempo de aparición
y a sus características, las fases inmediata, tardía
y crónica.
La etapa asintomática o de sensibilización
se produce a raíz del encuentro del alergeno con
las células que normalmente participan en la inducción
de la respuesta inmune, esto es, células presentadoras
de antigeno (CPA), linfocitos T y linfocitos B. Al ser los
alergenos de naturaleza fundamentalmente protéica,
la respuesta que evocan es T dependiente.
Esta etapa presenta algunas características particulares
dependiendo de la naturaleza del alergeno y de su vía
de ingreso al organismo.Cuando ella ocurre en mucosas (
respiratoria o gastrointestinal) o en piel, la sensibilización
puede producirse in situ o en ganglios linfáticos
cercanos. Si ingresa por vía parenteral, la sensibilización
puede ocurrir en el bazo o ganglios linfáticos. En
cualquier caso, el antígeno es reconocido directamente
por linfocitos B y por linfocitos TCD4+ cooperadores luego
de ser captado y procesado por macrófagos que le
presentan sus determinantes antigénicos. Se origina
una respuesta humoral con predominio de células plasmáticas
productoras de IgE. Este hecho caracteriza a la reacción
anafiláctica, ya que en condiciones normales, las
inmunoglobulinas que predominan en la respuesta humoral
primaria son la IgM y la IgG.
La inmunoglobulina E, debido a su propiedad homocitotrópica,
se une a receptores de membrana para su fragmento Fc ubicados
principalmente en células cebadas y basófilos,
persistiendo en la superficie de estas células por
largo tiempo. Se supone que una vez iniciada la producción
de IgE, ella continúa por meses y aún años,
perpetuando la ocupación de receptores en células
cebadas y basófilos. Asi, aún cuando el individuo
no ha presentado ningun síntoma, ha quedado sensibilizado
al alergeno que provocó la respuesta inmune.
La etapa sintomática se inicia debido a un nuevo
contacto con el alergeno que sensibilizó al individuo.
Sus características e intensidad dependen en parte
de la cantidad y ubicación anatómica de las
células cebadas y basófilos con IgE en su
superficie.
La estimulación de las células cebadas por
el alergeno gatilla la liberación de prostaglandinas,
leucotrienos, PAF y probablemente otras citoquinas que penetran
en la microcirculación local aumentando la expresión
de moléculas de adhesión celular en leucocitos
circulantes y en células endoteliales. Los leucocitos
se adhieren a la pered del vaso y salen por diapedesis al
tejido circundante.
La acción de citoquinas controla la migración
y sobrevida de los leucocitos. Asi, las IL-3 y 5 secretadas
por linfocitos T y el GM-CSF facilitan la migración
de eosinófilos y basófilos y aumentan su sobrevida.
Las células de este infiltrado exacerban los síntomas
tempranos y producen daño tisular. Por ejemplo, los
basófilos liberan histamina y mediadores derivados
del ácido araquidónico y los eosinófilos
secretan proteínas tóxicas tales como la proteína
básica mayor. Las celulas cebadas y leucocitos liberan
radicales derivados del oxígeno tales como anión
superóxido, hidroxilo y peróxido de hidrógeno
que participan en el daño tisular.
La presencia de estas células, especialmente de los
eosinófilos tienen valor diagnóstico en relación
a afecciones de origen alérgico ya que no son abundantes
en inflamaciones de otro origen salvo en las parasitarias.
Además, las células cebadas y basófilos
activados por el alergeno y bajo la influencia del linfocito
CD4+ sintetizan y secretan citoquinas, las cuales son importantes
en la mantención de la respuesta anafiláctica.
Así, la célula cebada secreta IL-4, IL-5 e
IL-6 las que aumentan aún más la síntesis
de IgE. También liberan IL-4, factor de necrosis
tumoral-alfa y GM-CSF que estimulan, en médula ósea,
la proliferación y diferenciación de células
cebadas y granulocitos.
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