Las Enfermedades Autoinmunes
surgen como consecuencia de una pérdida de la tolerancia
a antígenos propios. Como se ha dicho, el tipo de
respuesta inmune, inmunogénica o de tolerancia, depende
básicamente de la calidad del antígeno y de
las interacciones entre células presentadoras de
antígeno, linfocitos T y linfocitos B (figura central).
Los mecanismos de pérdida de la tolerancia a antigenos
propios que han sido descritos son complejos y en gran medida
especulativos. En general, la ausencia de tolerancia a antigenos
propios puede deberse a defectos intrínsecos del
sistema inmune (1, 2 y 3) o bien a alteraciones relacionadas
con el antígeno y su reconocimiento (4, 5 y 6)
Entre los primeros se ha descrito alteraciones en la presentación
del antígeno por moléculas MHC durante la
deleción clonal en el timo o en la periferia (1),
en la regulación por anticuerpos antiidiotipo (2)
y en la actividad supresora de los linfocitos T.
Los principales mecanismos relacionados con el antígeno,
incluyen la activación policlonal de células
B por antígenos bacterianos y de células T
por superantígenos (4) el mimetismo molecular y reacciones
cruzadas (5), y la liberación de antígenos
secuestrados (6).
También se ha estudiado últimamente el papel
que les cabe a las citoquinas en la generación de
enfermedades autoinmunes.
A.Defectos intrínsecos del sistema inmune.
1.Alteraciones en la presentación
de antígeno por las moléculas codificadas
por el MHC:
Se ha postulado que la
susceptibilidad a padecer enfermedades autoinmunes estaría
más bien ligada a genes del sistema mayor de histocompatibilidad
que a aquellos que codifican el TCR. Algunas enfermedades
autoinmunes se relacionan con genes que codifican las moléculas
MHC clase I (Espondilitis anquilosante y Psoriasis) y otras
con alelos del MHC clase II ( Lupus Eritematoso Sistémico
y Poliarteritis Nodosa). La asociación con estos
alelos es multifactorial, esto es, con una combinación
de alelos y no con uno de ellos en particular. Por ejemplo,
los individuos que heredan las especificidades definidas
serológicamente HLA A1, B8 y DR3 tienen mayor suceptibilidad
de padecer Diabetes tipo I, Miastenia Gravis y Lupus Eritematoso
Sistémico. La presencia de estos alelos determinaría
una forma particular de apareamiento de las cadenas alfa
y beta del MHC que influye en el reconocimiento por parte
del TCR del complejo MHC-antígeno propio.
Otros autores han postulado que la mayor susceptibilidad
que presentan las personas con estos alelos se debe a cierto
grado de homología con algunos virus. Así
por ejemplo, al comparar la estructura del DQ beta de estos
alelos con la de genomas virales, se ha visto que el genoma
del virus Epstein Barr y de la Rubeola tienen secuencias
de alta homología con el DQ 3.2. Este alelo está
presente en el 65% de los pacientes con Diabetes tipo I.
De esta manera, una infección viral podría
originar respuestas de anticuerpos que reaccionan con moléculas
MHC propias.
La existencia de estas asociaciones entre ciertos alelos
MHC y EAI esta siendo intensamente estudiada, sin embargo,
el mecanismo involucrado en el inicio y persistencia de
EAI no está aún claramente establecido. La
presencia de determinados alelos MHC podría influir
en la presentación de antígenos propios durante
la a) la deleción clonal o b) durante la respuesta
inmune.
a) Durante la deleción
clonal: utilizando técnicas tales como cultivo de
células que conforman microambientes tímicos
y anticuerpos monoclonales, ratones transgénicos
y ratones SCID (incapaces de expresar TCR) se ha avanzado
bastante en la comprensión de los mecanismos involucrados
en la deleción clonal. Los ratones transgénicos
poseen material genético introducido artificialmente.
Al transferir genes que codifican TCR de una especificidad
determinada a huevos fertilizados de ratón, se obtiene
animales que expresan ese TCR entre otros. Si se usa como
receptres de estos genes a ratones SCID ( que padecen de
inmunodeficiencia combinada severa y no expresan TCR ),
se obtiene animales transgénicos que expresan una
sóla especificidad en todos los TCR de sus linfocitos
T. Utilizando anticuerpos monoclonales, se puede seguir
el destino de estos linfocitos durante su maduración
y evaluar los diferentes mecanismos involucrados en la deleción
clonal.
Mediante estas técnicas se ha podido postular que
las células T inmaduras estarían programadas
para morir a menos que sean estimuladas adecuadamente por
la interacción de su TCR con el complejo MHC-Ag.
Se cree que si esta interacción es de alta afinidad
o carece de señales coestimuladoras, las células
sufren apoptosis ( muerte programada). La deleción
clonal de clones autorreactivos podría ser evitada
por lo tanto afectando la avidez de los TCR por su ligando
o alterando las señales coestimuladoras entre otros
mecanismos. En todo caso, estas y otras ideas son aún
hipotéticas y se puede concluir que los mecanismos
que dan cuenta de alteraciones en la deleción clonal
son desconocidos.
b) Durante la presentación de antígenos en
la periferia: se ha descrito la presencia de alelos MHC
con secuencias aminoacídicas en su región
hipervariable ( cleft ) que tienen especial afinidad por
autoantígenos en los individuos suceptibles. En relación
con este tópico, se ha señalado también
que citoquinas generadas en inflamaciones de diversa índole,
promueven la expresión de moléculas MHC clase
II en células que normalmente no lo expresan aumentando
la probabilidad de activar linfocitos autorreactivos y generar
respuestas autoinmunes.
2. Anticuerpos anti-idiotipo:
La respuesta inmune está normalmente regulada por
anticuerpos anti-idiotipo. Desde el punto de vista de la
autoinmunidad, es importante recalcar que el epitopo de
un anticuerpo anti-idiotipo puede ser estructuralmente similar
al antígeno que lo originó, de manera que
constituye una imágen interna del antígeno.
Por ejemplo, si se inmuniza a un animal con anticuerpos
anti-insulina ( Ac-1 ) este responderá con un anticuerpo
antiidiotipico a él ( Ac-2 ), el cual al representar
la imágen interna del antígeno que originó
al Ac1, se puede unir específicamente al receptor
para insulina que recibe este ligando. Vale decir, se ha
producido un autoanticuerpo que puede reaccionar con el
anticuerpo que lo originó pero que también
puede mimetizar al antígeno inicial, o sea a la insulina
en este caso. Se ha descrito el mismo mecanismo con anticuerpos
anti-tirotropina y otros antígenos de amplia distribución.
Hay evidencias que señalan que tales anticuerpos
anti-idiotipo que reaccionan con antígenos propios
pueden surgir espontáneamente en enfermedades autoinmunes
a raíz de la presencia de antígenos exógenos
con los cuales presentan reacciones cruzadas. Se entiende
por reacción cruzada aquella situación en
la que un anticuerpo tiene la capacidad de reaccionar con
dos antígenos que comparten un epitopo.
Los anticuerpos anti-idiotipo podrían intervenir
en la etiología de las enfermedades autoinmunes de
varias maneras, tales como interfiriendo con la tolerización
de células B, reaccionando con el receptor idiotípico
en células T supresoras y alterando la regulación
de la respuesta inmune.
3. Linfocitos T supresores:
Los linfocitos T CD8+
son capaces, según algunos autores, de generar una
actividad supresora mediante la liberación de productos
específicos solubles o de algunas citoquinas (IL-10
e IFN gamma). La existencia de linfocitos T supresores se
apoya en la posibilidad de transferir adoptivamente la tolerancia
a diversos antígenos de un animal experimental a
otro. Estos linfocitos parecen tener importancia en la génesis
de enfermedades autoinmunes órgano-específicas,
ya que serían los encargados de mantener tolerantes
a los clones autorreactivos que no fueron deletados por
encontrarse su antígeno en lugares anatómicos
no accequibles para el sistema.
B. Alteraciones relacionadas
con el antígeno y su reconocimiento:
4. Activación policlonal
de linfocitos T y B:
Los linfocitos T pueden
sufrir activación policlonal por moléculas
que han sido denominadas superantígenos. Estos, que
pueden ser endógenos (Mls) o exógenos (SEB
o enterotoxina estafilocócica B) activan a linfocitos
T uniéndose a la cara lateral del complejo TCR-MHC
siempre y cuando el TCR presente un determinado alelo en
la cadena beta. Esta unión, si ocurre en el timo
durante la ontogenia, se traduce en deleción clonal.
Cuando se produce en la periferia en un sistema inmune maduro,
se traduce en la activación de todos los linfocitos
que comparten ese alelo. El papel que podrían jugar
estos superantígenos en la génesis de enfermedades
autoinmunes está siendo evaluado.
En el caso de la activación policlonal de linfocitos
B, las respuestas se producen por acción de endotoxinas
bacterianas y virus Epstein-Barr principalmente. Estas respuestas
se manifiestan como la presencia de anticuerpos con múltiples
especificidades que reconocen una gran variedad de antígenos,
tanto propios como ajenos. Entre ellos, se ha encontrado
autoanticuerpos anti- DNA, anti- tiroglobulina y anti-insulina.
Ultimamente se ha descrito que estas respuestas policlonales
estarían a cargo de una subpoblación de linfocitos
B CD5+ que conforman un 20% de los linfocitos B periféricos.
Se ha encontrado un aumento de estas células en pacientes
y animales experimentales con diversas enfermedades autoinmunes.
5. Mimetismo molecular
y reacciones cruzadas:
El mimetismo molecular
y las reacciones cruzadas serían, según muchos
autores, los principales mecanismos responsables de la pérdida
de la tolerancia a antígenos propios. Existen regiones
de alta homología entre moléculas de virus,
bacterias y parásitos con moléculas MHC y
otras presentes en nuestra especie. Las enfermedades autoinmunitarias
podrían ser provocadas cuando los epitopos microbianos
son lo suficientemente similares a los propios como para
originar reacciones cruzadas. Por ejemplo, en los pacientes
con Espondilitis Anquilosante se ha visto una alta incidencia
del alelo MHC-I B27, el cual comparte en su secuencia aminoacídica
5 a 6 aminoácidos con la nitrogenasa de la Klebsiella
neumoniae. Se ha postulado, que una vez que estos microorganismos
provocan daño tisular en individuos susceptibles,
la injuria inicial expone permanentemente antígenos
propios que presentan reacción cruzada con los anticuerpos
y perpetúan el daño.
Este mecanismo operaría en diversas enfermedades
infecciosas tales como lepra, TBC, infecciones por estreptococos
las que se asocian a enfermedades autoinmunes. Asimismo,
la Diabetes tipo I se asocia con infecciones virales.
6. Liberación de
antígenos secuestrados:
Finalmente, otra manera
de romper la tolerancia a antígenos propios e inducir
enfermedades autoinmunes es por medio de la liberación
de " antígenos secuestrados ". Estos antígenos,
por su ubicación anatómica no han tomado contacto
con el sistema inmune y por lo tanto no han inducido tolerancia
a ellos. Si por algún traumatismo o infección
se liberan masivamente, existirá una respuesta inmune
frente a ellos que podrá causar o perpetuar el daño
tisular.
Se puede concluir entonces, que las enfermedades autoinmunitarias
surgen a raíz de una pérdida de la tolerancia
a antígenos propios por los mecanismos (aún
hipotéticos) mencionados,lo que se traduce en la
activación de clones linfocitarios autorreactivos.
Las consecuentes respuestas efectoras, producen daño
tisular órgano-específico o sistémico
a través de los mecanismos de daño inmunológico
tipos II,III y IV.
Existen cerca de cuarenta Enfermedades autoinmunes diferentes
que afectan entre un 5 y un 7% de la población. Considerando
que los individuos presentan normalmente un número
importante de células potencialmente autoagresivas
y que todos los individuos sanos pueden manifestar respuestas
autorreactivas, es necesario explicarse porqué algunos
de ellos desarrollan Enfermedades autoinmunes. Hasta el
momento el problema sigue siendo una gran incógnita
si bien hay avances importantes en relación a factores
genéticos que determinarían una predisposición
a padecer estas enfermedades.
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