Inmunodeficiencias secundarias

y
Haz click sobre cada lámina para ver detalles

Las inmunodeficiencias secundarias o adquiridas tienen diverso origen y repercusiones clínicas.
Los de menor gravedad son los de anergia inmunológica que suelen ocurrir después de las enfermedades infecciosas intensas, especialmente de origen viral. Son transitorias y revierten espontáneamente debido a la gran capacidad del sistema inmune.
Otro caso, de mayor gravedad, es la inmunodeficiencia que acompaña al cáncer, su intensidad aumenta aun como consecuencia de los tratamientos a los que son sometidos estos pacientes.
Una tercera categoría de inmunodeficiencias secundarias
Corresponden a una serie de condiciones iatrogénicas derivadas del tratamiento con agentes inmunosupresores. Los individuos afectados son principalmente pacientes receptores de transplantes de órganos y aquellos que padecen alergias o enfermedades autoinmunitarias. Los agentes inmunosupresores mas utilizados son la azatioprina, los glucocorticoides, la globulina antilinfocítica y como se ha dicho, las drogas y la irradiación utilizadas en el tratamiento del cáncer. Estos agentes producen distintos efectos sobre el sistema inmune los que se manifiestan finalmente como una deficiencia en la respuesta humoral y/o celular, aumentando la susceptibilidad del paciente a padecer enfermedades infecciosas.
Sin embargo, la inmunodeficiencia adquirida que causa mayor preocupación en la actualidad es el SIDA o síndrome de inmunodeficiencia adquirida, de carácter epidémico y curso clínico fatal. Esta enfermedad surgió alrededor de 1980, aumentando en forma alarmante en morbimortalidad hasta constituir un serio problema que afecta a toda la población mundial.
El SIDA es provocado por el virus de inmunodeficiencia humana VIH, también denominado virus linfotropo de células t humanas tipo III HTLV-III, identificado en la molécula CD4 presente en la membrana de linfocitos TCD4+ cooperadores y en células presentadoras de antígeno.
El modo de transmisión horizontal del virus, inicialmente mas frecuente, fue la relación homosexual. Sin embargo, en la actualidad, se ha visto un dramático aumento en la transmisión a través de relaciones heterosexuales. Tal es así, que la organización mundial de la salud ha efectuado proyecciones que señalan que el año 2000 el 90% de los contagios se producirán por esta vía. Otra alternativa de transmisión es la inoculación del virus al efectuar transfusiones sanguíneas o de plasma contaminadas, siendo los hemofílicos los individuos mas frecuentemente afectados. Finalmente, el uso de jeringas contaminadas con el virus por drogadictos constituye una vía frecuente de contagio. La transmisión vertical, de madre a hijo, durante el embarazo o el parto, es también posible.
El virus VIH que contiene dos hebras de RNA genómico, ingresa a los linfocitos y células presentadoras de antígeno uniéndose al marcador CD4 a través de su proteína de superficie gp 120 (1). Luego, en el citoplasma, se produce la trascripción de su genoma a DNA mediante la enzima viral trancriptasa reversa (2). Estas hebras complementarias se incorporan al genoma celular en calidad de provirus DNA (3). La replicación de este material genético se traduce en la generación de nuevos virus que abandonaran la célula (4) para continuar su actividad infectiva (5).
La presencia del virus en el plasma, en células circulantes y en los tejidos presenta variaciones de acuerdo a la etapa de la enfermedad en que se encuentra el paciente.
La historia natural del SIDA comprende básicamente tres periodos sucesivos:
Etapa primaria. Es asintomática en mas del 50% de los pacientes. Cuando se manifiesta, lo hace con síntomas similares a aquellos de la mononucleosis aguda (fiebre e hiperplasia de ganglios linfáticos). En ellos se observa una disminución transitoria del recuento de linfocitos TCD4+ concomitante con un aumento de la cantidad de células circulantes infectadas por el virus y en la viremia. Durante este periodo, que suele ser de tres meses, se produce además un aumento progresivo en el recuento de linfocitos TCD8+.
Etapa de latencia clínica. Es de 1 a 15 años de duración en la cual los pacientes no presentan sintomatología relacionada con VIH. Sin embargo, durante este periodo, existe una activa producción de partículas virales, especialmente en linfocitos TCD4+ ubicados en ganglios linfáticos. Se observa una disminución leve pero progresiva en el recuento de linfocitos TCD4+ circulantes, especialmente a expensas de la población con fenotipo Th1. la población TCD8+ mantiene el nivel alcanzado en la etapa anterior, o sea es 1.5 a 2 veces mayor que en individuos normales.
Etapa clínica. Se inicia con los típicos síntomas de la enfermedad, esto es, diarreas prolongadas, fiebre, perdida de peso, infecciones oportunistas y desarrollo de neoplacias malignas. Este periodo tiene una duración de 1 a 4 años y termina con la muerte del paciente. Los principales cambios que afectan a células del sistema inmune incluyen un aumento progresivo en la viremia y en la cantidad de células infectadas con el virus tanto en la circulación como en el tejido linfoide. el recuento de linfocitos TCD4+ y TCD8+ muestra una fuerte disminución, presentando estos últimos una incapacidad citolítica . en pacientes terminales todas las sub-poblaciones linfocitarias están reducidas, aun cuando la producción de anticuerpos puede estar aumentada. Los mecanismos patogénicos que subyacen a los cambios descritos son en parte desconocidos y objeto de intensa investigación en la actualidad.
En resumen , las alteraciones de los diversos componentes de la respuesta inmune incluyen principalmente (Lámina 47a)
1) en monolitos y macrófagos se produce una disminución en la respuesta a factores quimiotacticos, una menor capacidad paraciticida y una disminución en la expresión de moléculas codificadas por el MHC.
2) Los linfocitos TCD4 efectores presentan disminución en su respuesta a antígenos solubles, una menor producción de linfoquinas, una incapacidad de respuesta en cultivo mixto de linfocitos y de expansión clonal.
3) Los linfocitos TCD8 citotóxicos presentan una disminución en su función y en su capacidad proliferativa.
4) Las células NK tienen una menor actividad antitumoral y antiviral.
5) Los linfocitos B presentan una menor capacidad de respuesta nuevos antígenos. además, sufren activación y diferenciación policlonal espontánea y generación de anticuerpos.
Finalmente la función reguladora de los linfocitos TCD4+ esta francamente dañada.