Este
mecanismo de daño interviene tanto en hipersensibilidad
como en autoinmunidad y está mediado por la respuesta
celular de linfocitos T CD8+ o citotóxicos y linfocitos
T CD4+ liberadores de linfoquinas.
Mecanismo de daño tipo IV en hipersensibilidad:
Antígenos bacterianos, de hongos o virus o productos
químicos unidos a células del organismo, inducen
una respuesta inmune celular. A raíz de esta respuesta
quedan en circulación durante largo tiempo, linfocitos
T de memoria. Cuando el antígeno persiste o bien
cuando el individuo es expuesto nuevamente a él,
se produce una respuesta secundaria de mayor intensidad
con liberación de gran cantidad de linfoquinas. Estas
atraen y activan células inflamatorias, especialmente
macrófagos, originando una inflamación productiva,
que por su magnitud, produce daño a los tejidos donde
se encuentra el antígeno. En este mecanismo participan
con gran intensidad los linfocitos T CD4+, cumpliendo los
linfocitos T CD8+ un papel secundario ya que estos últimos
son altamente específicos al lisar sólo células
que presentan antígenos en moleculas MHC clase I.
De acuerdo al tiempo de aparición de las lesiones
y a sus características histopatológicas,
se distinguen cuatro tipos de hipersensibilidad retardada
: Reacción de Jones-Mote (1), dermatitis por contacto
(2), hipersensibilidad tipo tuberculina e hipersensibilidad
granulomatosa (4).
1. Reacción de Jones-Mote: al inyectar ovoalbumina
en Adyuvante Incompleto de Freund se produce un aumento
de volumen en la piel que es máxima a las 24 hrs.
Se observa un infiltrado de basófilos bajo la epidermis.
Esta reacción se puede producir con otros antígenos
solubles.
2. Dermatitis por contacto: es producida por antígenos
tales como niquel, cromatos, cosméticos, benzoles,
etc. y en ella juegan un papel importante las células
de Langerhans al presentar el antígeno con gran eficiencia.
Se produce un infiltrado celular perivascular dérmico
formado por linfocitos y macrófagos. Además,
hay edema y depósito de fibrina.
3. Hipersensibilidad tipo tuberculina: participan antígenos
lipoprotéicos de micobacterias y antígenos
inertes. Se produce un infiltrado linfocitario perivascular
a los que se agregan macrófagos. Se observa una induración
de la zona afectada debido a este infiltrado inflamatorio
productivo.
4. Hipersensibilidad tipo granulomatosa: se observa una
inflamación productiva organizada constituída
por células gigantes, células epitelioideas
y una corona de linfocitos que las rodea. Es difícil
establecer la diferencia entre este tipo de hipersensibilidad
y la inflamación granulomatosa de una respuesta protectora
la cual tiende a aislar al agente injuriante cuando no puede
eliminarlo eficazmente. En un individuo sensibilizado al
antígeno, la reacción es muy intensa y suele
producir necrosis central del granuloma con diseminación
bacteriana.
Mecanismo de daño tipo IV en autoinmunidad:
Este mecanismo de daño tiene especial importancia
en enfermedades autoinmunes órgano-específicas.
Por ejemplo, en la diabetes tipo I se ha postulado el siguiente
esquema patogénico: el evento que inicia el proceso
es una respuesta inmune vigorosa
contra un antígeno exógeno que presenta mimetismo
molecular con algún componente normal de las células
beta de los islotes de Langerhans del páncreas. A
raíz de esta respuesta, linfocitos T cooperadores
activan células B y células T citotóxicas.
Los anticuerpos generados, se unen a autoantígenos
presentes en las células ß dañandolas
al activar el complemento o bien por un mecanismo ADCC con
participación de células NK. Los linfocitos
T CD8+ reconocen a los autoantígenos presentados
por moléculas MHC clase I en la membrana de las células
ß, ejerciendo su efecto citotóxico. Los macrófagos
intervienen amplificando la respuesta a través de
la estimulación de linfocitos TCD4+ y aumentando
la expresión de moleculas MHC clase I en los islotes.
También aumenta la expresión de moléculas
clase II en los macrófagos los que estimulan más
aún la respuesta T CD4+. A medida que el daño
avanza, las células ß liberan sustancias que
normalmente están secuestradas dentro de ellas, tal
como la proinsulina, induciéndose respuestas en contra
de ellas. El daño se perpetúa hacia la destrucción
de los islotes de Langerhans.
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